La Ciudad de Dios, 1896, Vol. 39: Revista Religiosa, Cientifica y Literaria
Por el contrario, el cristiano ve en el Ao nuevo, un in menso alivio a los infortunios, un feliz avance con rumbo a la patria donde termina el dolor y nace la alegr-a que ja ms ha de morir; y si, apartando los ojos de las miserias y_ perdias mundanas, busca en el incesante oleaje de las criaturas y de los tiempos un nombre que, al decir de San Agust-n, sea como el ritmo de los ltimos y la tabla salva dora de las primeras, no hallar otro que 'ste, inmvil como la roca combatida por las olas, uno en la variedad de los su cesos, eterno en las revueltas de los aos: Jess.
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