Hay muchas formas de enamorarse, pero pocas dejan retratos más vívidos que el primer amor. Usualmente, la intensidad y la incontenible sensación de muerte en vida que conlleva la pérdida del ser querido nos marca de innumerables maneras. En muchas y muchos poetas, esta primera experiencia se convierte en un rito de iniciación tras el cual el lente por el que observan el mundo no vuelve a ser el mismo, convirtiendo su poesía en un recetario de experiencias, historias, muertes y ¿por qué no?, el renacer del duelo de un ser que tras encontrar la plena felicidad en alguien, es arrojado fuera del paraíso.
Anhelos en pugna es más que un poemario, un compendio de realidades pequeñas, instantes felices, tristes, melancólicos e inciertos tan pequeños como partículas de polvo y aún así capaces de hacer arder los sentidos de un joven postulante de la poesía y sus lectores.
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La tercera parte de la obra es un homenaje a la dama de blanco que a través de la historia ha tenido muchos nombres (Dulcinea, Ofelia, María), quienes han sido alabadas a través del tiempo por su amor incondicional hacia los héroes a quienes cambiaron su destino.
