Parecía que los buenos tiempos tocaban definitivamente a su fin. La juventud empezaba a acabarse, las puertas se cerraban y el alma se me ahogaba en un océano de tediosa mediocridad. No era justo; nuestra generación había sacrificado sus mejores años en pos de un futuro que nunca había llegado. Así que al final, justo antes de sucumbir a la desesperanza, decidí dejarlo todo atrás y partir en busca de una nueva vida.
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